Lo primero es preparar nuestro buttermilk casero. Para ello solo debemos verter el zumo de limón en la leche, removerlo y dejarlo reposar mientras preparamos la masa.
El segundo paso es verter la cerveza negra en un cazo y ponerla al fuego junto a la mantequilla para que se funda junto a la cerveza negra. Reservamos.
Tamizamos en un bol la harina, el cacao en polvo , la sal, el bicarbonato y la levadura en polvo.
Añadimos los azúcares a los ingredientes secos que hemos tamizado y removemos con unas varillas para mezclar todo.
Vertemos la mezcla de cerveza negra y mantequilla y removemos de nuevo. Verás como queda una masa grasienta, que ni siquiera se pega a las paredes del bol.
Añadimos los huevos de uno en uno, integrando bien el primero antes de agregar el siguiente. La masa cambia de aspecto, se vuelve menos densa.
Vertemos el extracto de vainilla y lo introducimos en la masa.
Para acabar, añadimos a la masa nuestro buttermilk casero, que ya estará listo, teniendo un aspecto como de leche cortada (si, es algo poco apetitoso, pero te aseguro que dará una jugosidad a este bizcocho que te alucinará).
Removemos hasta quie tengamos una masa homogénea, bastante líquida, brillante y sin grumos.
Vertemos la masa en un molde rociado con spray desmoldante o untado con mantequilla.
Esparcimos chips de chocolate al gusto por toda la superficie del bizcocho.
Horneamos a 175ºC durante 60 minutos.
Una vez cocido, sacamos el molde del horno con cuidado de no quemarnos y dejamos reposar sobre una rejilla 15 minutos.
Desmoldamos con mucho cuidado, pues el bizcocho estará muy tierno, y dejamos enfriar totalmente sobre la rejilla.
TIP1: Yo he elegido un molde rectangular, pero puedes hacerlo en el molde que prefieras. Si eliges cualquier molde tipo corona, seguramente se reduzca el tiempo de horneado.
TIP2: No suele ocurrir en este bizcocho, pero si ves que ya está suficientemente dorado por encima pero todavía no se ha hecho por dentro, tápalo con un trozo de papel de aluminio hasta que esté cocido por completo.